-
Arquitectos: Saucier + Perrotte architectes
- Área: 10400 m²
- Año: 2012
-
Fotografías:Marc Cramer, Olivier Blouin
Ubicado a lo largo del Lago de St-Louis y construido durante la primera década del siglo XX, John Abbott College es el hogar de más de 5.000 estudiantes de secundaria, sus profesores y los miembros del personal. El nuevo edificio de ciencias, diseñado por Saucier + Perrotte architectes, es una instalación destinada a fomentar el carácter interdisciplinario de la ciencia, el estudio colaborativo y la necesidad del aprendizaje formal e informal. Diseñado para lograr la sostenibilidad, el edificio promueve una variedad de enfoques pedagógicos a través de salas de clase flexibles, laboratorios, centros de aprendizaje y espacios informales donde las ideas pueden ser intercambiadas y la interacción creativa puede desplegarse.
El nuevo edificio alberga la Escuela de Ciencias (Física, Biología, Química, Enfermería, Asistencia Pre-hospitalaria y los departamentos de Biofarmacéutica), posicionando el área de "Ciencias y Tecnologías de la Salud" en el corazón del campus. Situado cuidadosamente para mantener la lógica radial de la planificación inicial del campus, la nueva arquitectura se convierte en un nodo para su actividad cotidiana.
La arquitectura deriva del paisaje, tomando como referencia su contexto. En el sitio existía un majestuoso árbol gingko, que fue concebido como la pieza central de un nuevo espacio de reunión al aire libre. La forma del edificio se extiende primero desde el centro del campus y a continuación se pliega para enmarcar un patio público en torno a este árbol. El paisaje desemboca en el hall de acceso, convirtiéndose en una topografía interior que se transforma el punto de apoyo del edificio en un espacio de circulación vertical y lleno de luz que conecta los diferentes recintos. A modo de un árbol arquitectónico, de forma análoga a lal gingko adyacente, este espacio/atrio contiene la escalera principal y las ramas que se extienden a través de la construcción como elementos que abren nuevos caminos. Así, el vínculo vertical se convierte en un jardín público interior, haciendo hincapié en la conexión entre el medio natural y el tipo de aprendizaje que tiene lugar dentro del edificio.
La planta baja permeable permite que los usuarios fluyan a través del edificio con facilidad; el proyecto funciona como un traspaso entre las diferentes zonas del campus. Junto a los laboratorios y espacios estudiantiles a lo largo de las fachadas este y oeste, los centros de aprendizaje situados a lo largo de la fachada sur -dirigida hacia el centro del campus- dan a los estudiantes una sensación de habitar un balcón con vistas hacia los jardines y el lago.
El edificio se compone de una gama de cristales que reflejan vívidamente el cielo, el paisaje y los edificios históricos adyacentes. Sus superficies inclinadas generan nuevas perspectivas inesperadas hacia varias partes del campus. Cada una de las largas fachadas se compone predominantemente de un solo tono: blanco opalescente, gris claro o gris oscuro. El resultado es un sutil juego de percepción entre los tonos de las fachadas yuxtapuestas, especialmente a medida que cambia la luz del sol durante todo el día o dependiendo de donde uno está parado en relación al edificio. Los pequeños cambios en los tonos del vidrio suman una mayor percepción de la arquitectura; bajo diferentes condiciones de luz y de sombra, por ejemplo, los contrastes de fachada se pueden acentuar o, por el contrario, toman una apariencia tonal uniforme que sería imposible si las superficies hubiesen sido de la misma tonalidad.
En ciertas zonas de circulación, la piel del edificio cambia gradualmente de translúcido a transparente, lo que permite que el edificio sea percibido en continuo cambio, hasta desmaterializarse dentro del campus. Las funciones programáticas (oficinas, centros de aprendizaje y laboratorios) se expresan claramente en cuanto entran en contacto con la piel del edificio, para que los que están afuera pueden identificar fácilmente el programa en el interior. Los elementos de la escalera y el mobiliario que componen el interior tejen una serie de tonalidades anaranjadas a lo largo de todo el edificio, terminando en una potente fachada de acero corten. A través de su dialéctica con la arquitectura existente, el nuevo proyecto es contemporáneo en su forma sin romper la armonía con lo el campus histórico.
Los niveles superiores contienen los departamentos individuales para preservar la continuidad entre los profesores, las aulas y los laboratorios de cada ciencia, favoreciendo el trabajo, el estudio y la contemplación. El espacio central del atrio permite un fácil acceso a otros niveles, incentivando la conexión, la comunicación y el sentido de comunidad entre las disciplinas. El movimiento converge en este nodo central, que se convierte en una zona activa durante todo el día, permitiendo el intercambio espontáneo de ideas. Exposiciones y actividades tienen lugar en el hall de entrada, lo que permite a los estudiantes y visitantes a obtener beneficios e inspiración de las ideas interdisciplinarias.
El edificio ha sido concebido para lograr el bienestar de sus ocupantes, postulando en la actualidad a la certificación LEED Gold. La primera prioridad es proporcionar un ambiente de apoyo al aprendizaje comprometido y alimentar el entusiasmo de los estudiantes. Para contribuir con este medio ambiente saludable, se han controlado factores importantes dentro del diseño, como la calidad del aire y los niveles de ruido. La luz natural y la ventilación natural juegan un papel vital en la vida del edificio y están presentes en todas partes. El espacio central del atrio permite la circulación natural del aire, al igual que las ventanas operables y controladas por los usuarios. El edificio aprovecha la energía geotérmica para permitir la calefacción y la refrigeración del edificio, reduciendo así el consumo de energía del proyecto y sus costos a largo plazo.